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Incineración: qué es y cómo es el proceso
Qué es la incineración o cremación funeraria

Incineración: qué es y cómo es el proceso

Tabla de contenidos

Por razones higiénico sanitarias, cuando una persona fallece solo caben dos posibilidades: la inhumación y la incineración.

La segunda opción ha ido ganando peso con los años de forma que se ha convertido en una práctica habitual entre la población.

¿Qué es exactamente la incineración? ¿Qué ha cambiado para llegar a ser una práctica popular cuando antes no lo era? ¿Cómo es el proceso? ¿Cuánto cuesta?

Respondemos a todo ello y más a continuación con la ayuda de nuestros compañeros funerarios en Valencia.

¿Qué es la incineración de un cadáver?

Incinerar un cadáver es reducirlo a cenizas.

Por regla general, estas se recogen y se introducen en una urna funeraria o relicario para que la familia proceda a hacer con ellas lo como considere oportuno siguiendo la voluntad del fallecido si la expresó en algún momento.

Es habitual arrojar las cenizas al mar, a la montaña, en el jardín de su vivienda o en cualquier otro lugar que representara algo importante para la persona que se va.

Diferencia entre cremación e incineración

Incineración y cremación se emplean como sinónimos, lo que es correcto.

Muchos argumentan que el segundo término sería más adecuado cuando se habla de cuerpos humanos, pero no hay más remitirse al diccionario de la Real Academia.

Define “incinerar” como reducir algo a cenizas, especialmente un cadáver.

La acepción de “cremar”, por su parte, remite a “incinerar”.

Ambos términos se pueden emplear como sinónimos, y de hecho el uso cotidiano así lo hace.

¿Cómo es el proceso de incineración humana?

Lo primero que se ha de tener en cuenta es que si al fallecido se le vela en su domicilio será necesario su traslado en el coche fúnebre.

Si el tanatorio sí cuenta con horno crematorio el cuerpo permanecerá en una cámara frigorífica y desde allí será llevado a los hornos.

Una vez en el horno crematorio, será necesario verificar su identidad, es decir, que el cuerpo coincide con los datos del fallecido.

La oficina funeraria contará con los datos del declarante, del difunto, del modelo de féretro escogido por la familia, la forma en que está amortajado y otros datos que permitan hacer la verificación in situ.

Una media hora antes de proceder a la incineración se recibe a la familia y se les explica el proceso.

Si no lo han concertado antes con la funeraria, este puede ser el momento en el que se les muestren urnas cinerarias para depositar los restos de su ser querido, si desean hacerlo.

Quienes les atiendan darán constancia de las joyas o adornos que tuviera el fallecido, y harán constar mediante documento firmado si la familia los recupera o desea que se incineren con el cuerpo.

El momento de recibir a las familias para poder darle el último adiós a su ser querido y hacer las confirmaciones de rigor, es también aquel en el que lo ven por última vez.

Este reconocimiento visual no es obligatorio, pero la mayoría de las familias lo realizan.

Además, la persona que oficia la despedida, si la familia así lo ha decidido, puede proceder a hacer una pequeña lectura.

Lo que sí deben hacer es firmar una autorización para poder proceder a la incineración, y certificar, si hay necesidad de hacerlo, que el deseo de la persona fallecida era que la cremación.

La incineración paso a paso

Hemos contado todo lo que atañe a las familias antes de un proceso de cremación.

Sin embargo, no es lo único relevante.

Hay que considerar que el personal especializado debe preparar el cuerpo, esto es, extraer todo aquello que no se puede incinerar.

También de deben retirar los adornos y útiles del ataúd, tanto de metal como de plástico.

Estos suelen llevar crucifijos, asas y otros, aunque no siempre es posible retirarlos.

Para la seguridad y el seguimiento del proceso se introduce dentro del ataúd un material que no se destruye ni sometido a altas temperaturas, y que contendrá un código numérico que luego se entregará a las familias.

Esto sirve para estar seguros de, que efectivamente, esos son los restos de su ser querido fallecido los que se han incinerado.

Introducido el ataúd con el cuerpo en el interior del horno, se procede a su combustión a más de 800 ºC, hasta que todo queda reducido a cenizas.

No son estas las que recibe la familia, pues después de dejarlas enfriar estas son sometidas a un proceso de que ayuda a separar los restos humanos de otros (Como los elementos de fijación que lleva dentro del féretro).

Sus cenizas, además, se pulverizan hasta alcanzar una textura similar a la de la arena, y ese en ese estado como se le entrega a las familias.

La entrega, es precisamente, la última parte del proceso. Los restos se pueden conservar en una o varias urnas o relicarios según la petición de la familia.

Preguntas frecuentes sobre la incineración y cremación

¿Cuánto se tarda en incinerar a una persona?

La media se suele establecer en dos horas, pero pueden ser más o menos dependiendo del volumen del cuerpo a incinerar.

El proceso posterior de separación de restos y refinado dura una media hora.

A este tiempo habría que sumar las 24 horas mínimas que deben transcurrir desde que una persona muere hasta que pueda ser incinerada siempre que lo haga en circunstancias normales.

¿Es obligatorio estar presente en la cremación?

No es obligatorio estar presente pero sí hay que firmar una autorización para poder proceder.

Cabe mencionar además que si se trata de un fallecido judicial (No se ha podido certificar la causa de la muerte), debe ser un juez quien lo autorice.

¿Cuánto cuesta una incineración?

La horquilla puede ser muy amplia, pues varía en función de la Comunidad Autónoma.

Por ello, lo mejor es ponerse en contacto con la funeraria para que pueda darte un presupuesto concreto.

Se suele decir que la cremación resulta más económica que la inhumación.

En líneas generales es así, pero todo depende de las decisiones que tome la familia o de lo que el difunto dejara dispuesto.

Origen e historia de la incineración

Las evidencias arqueológicas muestran que las primeras cremaciones se produjeron en la zona del litoral mediterráneo durante el Neolítico.

En el Antiguo Oriente Próximo se la consideraba una práctica bárbara, de forma que no se usaba ni durante las plagas: se procedía en su lugar a los enterramientos masivos en fosas comunes.

En la Edad Media, la cremación en vida se usaba como castigo para los herejes.

La práctica no fue aceptada por la Iglesia hasta hace varios años, cuando comenzaron a cambiar las posturas en torno a la idea de la resurrección de la carne.

Al ser independiente del cuerpo, el alma sí puede tener continuar viva, de manera que se permite la incineración siempre y cuando los restos se depositen juntos y en algún lugar sagrado.

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